“Detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer”

Mentiría si dijera que mis libros son solo míos. Desde que publiqué mi primer libro en 2008, siempre ha habido alguien que ha estado detrás de cada palabra, de cada página, de cada sueño hecho realidad: mi musa, mi compañera de vida, mi confidente y amiga, mi esposa Arantxa.

Su apoyo ha sido la fuerza invisible que ha sostenido mi escritura en los momentos de duda, la luz que ha iluminado el camino cuando las ideas parecían difusas y la paciencia infinita que me ha permitido perseverar incluso cuando todo parecía imposible. Arantxa no solo cree en mis proyectos; ella los vive conmigo, los comparte, los respira y los alimenta con su propia energía.

No hay éxito que pueda considerarse mío en solitario. Cada libro que he publicado lleva consigo su presencia, su aliento, sus consejos y su amor silencioso, ese que no se ve pero que se siente en cada página. Sin ella, mis palabras habrían quedado a menudo en el papel, incompletas, sin la fuerza que les da sentido y corazón.

Hoy, al mirar mi trayectoria como escritor, sé que nada de esto sería posible sin ella. Detrás de cada logro, detrás de cada historia contada, detrás de cada mensaje que mis libros transmiten, hay también la inspiración y la entrega de la mujer que ha caminado a mi lado en cada paso, en cada noche de escritura, en cada duda y en cada alegría. Detrás de un gran hombre, siempre hay una gran mujer… y en mi vida, esa gran mujer es Arantxa.


“De dónde vengo”

Nací el 10 de diciembre de 1964 en un pequeño pueblo llamado Gallarta, en el norte de España, en la hermosa tierra de Vizcaya. Un lugar de montes verdes, lluvia fina y cielos que parecen esconder secretos antiguos. Fui el quinto hijo en una familia con tres hermanos y una hermana, y desde mi llegada, algo en mi interior me decía que venía con una misión diferente. Siempre he sentido que mi nacimiento fue, de algún modo, inesperado. Me llevo seis años con mi hermano Luis, y, por la manera en que mi madre me trataba, comprendí con el tiempo que quizá ella no esperaba ni deseaba otro hijo. Faltaban las caricias, las palabras de afecto, la presencia constante… Faltaba ese calor que uno espera de una madre. En su lugar, crecí entre silencios, ausencias y una sensación profunda de no pertenecer del todo.

Durante muchos años esa herida me acompañó como una sombra silenciosa. Me preguntaba por qué había nacido en ese lugar, en esa familia, bajo esas circunstancias. Pero con el paso del tiempo, y especialmente tras mi despertar espiritual, comprendí algo esencial: nada fue un error. Mi alma eligió ese lugar, esa madre, esas carencias y esas pruebas. Fue un pacto anterior al nacimiento, un acuerdo sagrado para forjar el carácter, la sensibilidad y la fortaleza que necesitaría para cumplir mi misión en esta vida. Hoy entiendo que aquellas ausencias me enseñaron a buscar dentro de mí lo que no encontraba fuera. Que la falta de amor me obligó a descubrir la fuente del amor verdadero: el que nace del alma. Y que, en realidad, aquel niño no fue un error… fue un alma valiente que eligió aprender a amar incluso en medio del vacío.

De Gallarta no solo guardo el recuerdo de un lugar físico, sino el punto de partida de un viaje profundo: el del autodescubrimiento, el perdón y la expansión espiritual. Porque todos venimos de algún lugar, pero lo importante no es de dónde nacemos, sino a dónde nos conduce ese origen. Y en mi caso, ese comienzo lleno de silencios fue, sin saberlo, el primer paso hacia la luz que más tarde iluminaría mis libros y mi vida.

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“Mi despertar espiritual”


Con apenas siete años tuve mi primer contacto consciente con un espíritu. Ocurrió un mes de noviembre, mientras mi madre se encontraba en el cementerio de Gallarta limpiando y pintando la tumba de mi padre, Francisco, quien había fallecido hacía tres años en un trágico accidente en las minas del pueblo.

Mientras ella trabajaba, yo, como cualquier niño curioso, correteaba entre las lápidas. De repente, entre las tumbas, apareció una niña rubia, de ojos azules, más o menos de mi edad, y comenzó a jugar conmigo. Yo la vi como una niña normal, de carne y hueso, sin sospechar en ningún momento que estaba jugando con alguien que ya no pertenecía a este mundo físico.

Los días pasaron, y el 1 de noviembre, Día de Todos los Santos en España, volví al cementerio con mi madre. Al pasar junto a una pequeña tumba, vi la fotografía de la niña con la que había jugado hacía pocos días. Con la naturalidad de un niño, dije en voz alta que había estado jugando con ella hace poco. Fue entonces cuando su madre me escuchó y me respondió con incredulidad: su hija había muerto atropellada por un camión hacía tres años.

Ese instante marcó mi vida para siempre. Por primera vez comprendí que existe un mundo más allá de lo que vemos, que nuestra percepción cotidiana es limitada y que la vida no termina con la muerte física. Desde aquel día, algo en mí despertó: un sentido de conexión con lo invisible, con lo espiritual, y la certeza de que nuestro espíritu puede interactuar con otros planos de existencia.

Esa experiencia fue solo el comienzo de un viaje que me llevó a comprender la naturaleza del alma, la energía que nos rodea y la misión que cada ser tiene en la Tierra. Desde entonces, he dedicado mi vida a explorar, enseñar y escribir sobre lo que se oculta tras el velo de lo cotidiano, para ayudar a otros a reconocer que la vida trasciende la materia y que el espíritu siempre encuentra la manera de comunicarse.


“Mi madurez espiritual”

Aquel encuentro con la niña del cementerio fue solo el inicio de una larga senda de descubrimiento interior. A lo largo de los años, mi sensibilidad hacia lo invisible fue creciendo en silencio, mientras intentaba llevar una vida “normal” en un entorno donde hablar de espíritus, energías o percepciones extrasensoriales era casi un tabú. Sin embargo, mi alma sabía que había venido a este mundo con un propósito diferente. Con el paso del tiempo, comencé a comprender que aquello que muchos llaman “don” no era un privilegio, sino una responsabilidad sagrada. Aprendí a escuchar la voz interior, a reconocer los mensajes que provenían de otros planos, y a ser un canal consciente entre el mundo espiritual y el humano. Así se fue revelando en mí la figura del médium canalizador: alguien que no sólo percibe, sino que transmite luz, guía y mensajes que pueden transformar vidas.

Durante más de veinticinco años me he dedicado al arte de sanar en todas sus dimensiones: física, emocional, mental y espiritual. Mi camino como terapeuta holístico me llevó a integrar diferentes herramientas —la energía, la palabra, la intención, el ritual, la metafísica, la magia blanca y la sabiduría ancestral— para acompañar a miles de personas en sus procesos de sanación, liberación y despertar. No fue un camino fácil. La sensibilidad espiritual también conlleva una profunda empatía por el dolor ajeno, y hubo momentos en que absorbía el sufrimiento de los demás. Pero cada experiencia, cada persona que acudió a mí buscando alivio o respuestas, fue también un maestro que me ayudó a evolucionar. Aprendí que la verdadera sanación no consiste en “curar” al otro, sino en recordarle su propio poder interior, ayudarle a reconectar con su esencia divina. La energía del amor universal, canalizada con humildad y pureza de corazón, se convirtió en la herramienta más poderosa de mi práctica.



“Mi vocación como escritor”

Desde niño tuve siempre una imaginación desbordante. Recuerdo que, con apenas diez años, cuando estaba en quinto de primaria, mi profesora Doña Martina nos pidió que escribiéramos una redacción sobre el amor. La mayoría de mis compañeros apenas llenaron una página, pero yo escribí seis páginas.

Mi profesora, sorprendida, me pidió que leyera mi trabajo frente a toda la clase. Cuando terminé, todos me aplaudieron emocionados. Doña Martina me miró con una mezcla de asombro y ternura y dijo:
"José Alberto, no sé quién te ha inspirado a escribir esta maravilla, pero sin duda tienes alguien que te guía…" 
Nunca olvidaré esas palabras. En ese momento, algo dentro de mí se encendió: comprendí que la escritura no era solo un juego o un pasatiempo; era mi camino, mi vocación y mi puente hacia otras dimensiones.

Pasaron los años y no dejé de escribir. Historias, pensamientos, reflexiones… hasta que en 2008 publiqué mi primer libro: “El Milagro de Tadeo”. Fue entonces cuando comprendí algo trascendental: mis libros no eran solo míos; venían de otros planos, de otras dimensiones, y yo era simplemente el canal que los traducía a palabras. Desde ese momento, mi vocación se transformó en un compromiso profundo: escribir para compartir luz, conocimiento y experiencias que pudieran ayudar a otros a comprender el misterio de la vida y del alma. Desde aquel primer libro, he continuado este camino, publicando decenas de obras, cada una con su propia energía, mensaje y propósito. Escribir para mí no es solo un acto creativo; es un acto espiritual. Cada página, cada palabra, es un encuentro con lo invisible, un canal abierto a la sabiduría que trasciende lo cotidiano y que tiene el poder de tocar vidas, inspirar corazones y expandir conciencias.


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Mi canal YouTube

Hace más de quince años decidí dar un paso importante para compartir mis conocimientos, experiencias y enseñanzas con el mundo: así nació “Maestro Lajas Oficial”, mi canal de YouTube. Desde entonces, ha sido un espacio donde la espiritualidad, la metafísica, la magia, el coaching y el despertar de la conciencia se encuentran con la curiosidad y la búsqueda de quienes desean crecer y expandir su mente.

A lo largo de estos años, he tenido el privilegio de entrevistar a importantes personajes del mundo espiritual y del desarrollo personal: terapeutas, escritores, chamanes, maestros y expertos de diversas disciplinas, siempre con el objetivo de ofrecer a mis seguidores herramientas y reflexiones que enriquezcan su vida.

Hoy, mi canal cuenta con más de 195.000 suscriptores en YouTube, y en plataformas como TikTok superamos los 65.000 seguidores, lo que demuestra que el interés por la espiritualidad y la transformación personal sigue creciendo, y que mi mensaje continúa llegando a miles de personas cada día.

“Maestro Lajas Oficial” no es solo un canal; es un espacio de encuentro, aprendizaje y expansión, un lugar donde comparto mi experiencia como escritor, médium, canalizador y terapeuta, y donde sigo acompañando a otros en su camino hacia el despertar y la conexión con su esencia más profunda.

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